Muchas veces, la reacci?n de la persona enferma de Alzheimer cuando comienza a ?tropezar? con el mundo es dejar de hacer cosas para evitar (consciente o inconscientemente) el sufrimiento que le produce no poder moverse por la realidad como lo hac?a antes. Y, en numerosas ocasiones, el acompa?ante se deja arrastrar por esa misma din?mica: la de evitar cualquier interacci?n con el mundo que ponga en evidencia la enfermedad. El motivo de esta reacci?n es unas veces la no aceptaci?n de la realidad del enfermo por parte del acompa?ante y, otras veces, es el hecho de querer librar a la persona enferma de un mal trago o un mal rato.
Sin embargo, muy a menudo esa reacci?n tambi?n corresponde a un pensamiento de fondo que se instala en el acompa?ante. Ese pensamiento tiene que ver con la idea de que como el enfermo olvida las cosas o no responde a ellas de la misma manera que lo hac?a antes, no sirve de nada seguir con ciertas actividades que eran parte de su cotidianidad. Por ejemplo, es muy com?n ver como el entorno de la persona enferma empieza a eliminar reuniones, salidas a espect?culos, al cine, al teatro, porque consideran que ya no se entera o porque r?e cuando no toca o no sabe responder a ciertas interacciones sociales. Dejar de hacer de actividades para evitar la confrontaci?n con las dificultades reales de la enfermedad lejos de ayudar empeora la situaci?n, la calidad de vida del enfermo y las opciones del acompa?ante para ofrecer momentos de disfrute y de compartir con la persona enferma.
S?lo algunas consideraciones para elegir las actividades apropiadas, es decir, aquellas que generen disfrute, comunicaci?n y encuentros para la persona enferma.
Lo primero que tendremos que considerar son los gustos y costumbres que ten?a la persona enferma, si le gustaba ir al cine o a la iglesia o al museo, si iba a tomar el aperitivo a un bar o si prefer?a tener visita en casa o ir a casa de los amigos; esto es importante porque no se trata de cambiar sus gustos o rutinas si no de proporcionarles momentos en los que puedan seguir disfrutando de ellas.
Lo segundo es observar si alguna de los aspectos de una actividad concreta provoca alg?n sentimiento o reacci?n negativa en la persona enferma; si, por ejemplo, las multitudes la agobian, o si el fr?o la pone de malhumor, si tiene miedo a la oscuridad o no puede permanecer sentada o de pie durante mucho tiempo, para escoger aquellas actividades que no impliquen ese estr?s o incomodidad (del tipo que sea) en la persona enferma.
Lo tercero es ser lo m?s conscientes que sea posible sobre el estado de la persona. Cuando digo el estado de la persona evidentemente que estoy hablando de capacidades y limitaciones (si el enfermo est? encamado o no puede tragar pues no vamos a cometer la locura de querer llevarlo al cine o de llevarlo a comer a un restaurante) pero tambi?n de algo m?s all? de estas circunstancias b?sicas.
El estado tiene que ver con la receptividad, con la reacci?n de la persona a ciertas cosas. Puede ser que una persona no hable desde hace tiempo, pero que le guste bailar o que con la m?sica tararee; de modo que su ?estado? permite e invita a realizar algunas actividades que si juzgamos s?lo por su deterioro cognitivo quedar?an descartadas. Por ejemplo, ir al teatro pude parecernos una actividad in?til cuando nuestro familiar ya no recuerda las cosas m?s cercanas en el tiempo o cuando no es capaz de distinguir entre la realidad y la tele, sin embargo, a lo mejor todav?a disfruta de arreglarse para salir, de perfumarse, de ver el edificio de teatro, de ver gente, de escuchar m?sica en directo y de tomarse algo juntos despu?s. Lo importante es todo eso que rodea el teatro, que hace que la experiencia de ir al teatro sea como es, compartir un rato con alguien que me cuenta una historia que me saca de mi realidad para ense?arme otra cosa; compartir esa experiencia con alguien con el que luego puedo intercambiar opiniones, o disfrutar en silencio de haber sido espectadores de una misma historia.
Se trata de compartir un rato significativo con alguien del que aprecias la compa??a. Y manifestar todo esto a la persona enferma, lo mucho que nos alegra o agrada hacer equis cosa con ella, en su compa??a? es un regalo que podemos hacernos a nosotros mismos y a la persona enferma.
Os dejo el link de un cantante que se retira y abiertamente dice que es por el Alzheimer. Su ejemplo nos ense?a a c?mo adaptar la actividad a la capacidad sin renunciar por completo a ella antes de que sea necesario. Dejar de actuar en p?blico no significa tener que abandonar la m?sica simplemente adaptar la m?sica a su realidad de cada momento, no apartarla de su vida.