Como casi todo, la consulta empezó mucho antes de ser una consulta y de que yo fuera terapeuta.
La consulta comenzó, sin yo saberlo todavía, cuando empecé como paciente en la consulta de Isabel Leva, que terminaría siendo mi maestra. Con ella se abrió para mí un camino personal que me permitió un cuidado de mí misma como no lo había hecho hasta entonces y que me hizo adentrarme en el estudio de ciertas técnicas de terapias complementarias que jamás había considerado como herramientas de abordaje de la salud y del cuidado de uno mismo. En los 10 años que compartimos hasta su muerte, me trató como paciente, me admitió como aprendiz y discípula, me dio la posibilidad de aprender como su ayudante en la consulta y en los cursos de formación; en esos 10 años, me ayudó a mirarme a mí misma sin temblar y a descubrir lo que se ha convertido en un itinerario de vida.